Miren cómo Yavé limpia la tierra, la arrasa, trastorna su superficie, dispersa a sus habitantes:
al sacerdote y al laico, al amo y al esclavo, a la señora y su empleada, al vendedor y al comprador, al prestamista y al que pide prestado, al acreedor y al deudor.
La tierra será totalmente arrasada y completamente saqueada, porque Yavé ha hablado.
La tierra está de duelo y se seca, el mundo está agotado y decae, el cielo y la tierra se debilitan.
La tierra ha sido profanada por los pies de sus habitantes, que pasaron por alto las leyes, violaron los mandamientos y no cumplieron el contrato eterno.
Por eso, una maldición ha devorado la tierra por culpa de sus habitantes; por eso se han ido muriendo y sólo quedan unos pocos. (
El vino se ha terminado, la viña se ha secado, todos los que tenían el corazón alegre andan ahora tristes.
Ya no tocan los tambores, ni resuenan las guitarras, ha cesado el bullicio de la fiesta.
Ya no se toma vino ni se canta, y los que toman, sienten amargos los licores.
La ciudad del libertinaje está en ruinas y las puertas de las casas, cerradas.
La gente se queja en las calles porque no hay vino, la alegría ya no se ve y las fiestas han desaparecido del país.
La ciudad es ahora sólo ruinas y la plaza se ha quedado sin vida, desierta.)
Estos quedan en la tierra, allí donde estaban los pueblos, como las aceitunas después de apalear al olivo o como los pampanitos después de la vendimia.
Ellos levantan la voz, gritan de alegría; avivan el nombre de Yavé desde la orilla del mar.
También alaban a Yavé las islas del mar; ¡Islas del mar, aviven el nombre de Yavé, Dios de Israel!
Desde el fin del mundo se escuchan cantos: «Gloria al Justo.» Y pensar que yo decía: ¡Pobre de mí!, ¡pobre de mí!, no hay más que traidores y traición.
Pánico, fosa y trampa te esperan, habitante de la tierra:
el que logre salvarse del pánico caerá en la fosa; y el que se libre de la fosa quedará atrapado en la trampa. Las compuertas de lo alto se han abierto y los cimientos de la tierra se han estremecido.
La tierra estalla en pedazos, la tierra cruje y se agrieta, la tierra tiembla y se sacude,
la tierra se bambolea como un borracho, se balancea como una hamaca; es tanto el peso de sus faltas con las que debe cargar, que cae al suelo sin poder levantarse.
Ese día Yavé pedirá cuentas al ejército de los cielos, allá en lo alto, y aquí abajo, a los reyes de la tierra;
los juntará a todos y los meterá en un calabozo, y serán encerrados en la cárcel, y después de años, recibirán su sentencia.
La luna se pondrá colorada, el sol no sabrá dónde escondersese avergonzará, cuando Yavé de los Ejércitos sea rey sobre el cerro de Sión, en Jerusalén, y aparezca su Gloria ante sus Ancianos.