Profecía sobre el desierto que está junto al mar. Esto viene del desierto, del país espantoso, es como una tempestad que pasa por el Negueb.
Una visión siniestra se presenta a mis ojos: El traidor traiciona, y el salteador saquea: «¡Arriba, Elamitas! ¡ataquen, Medos!» - «Hice callar los últimos gemidos.»
Por eso, mis entrañas se estremecen de espanto y el dolor se apodera de mí como de una mujer que da a luz; estoy muy asustado para oír, muy aterrado para ver.
Ando perdido,cosas horribles me llenan de terror; el atardecer, que tanto esperaba, ahora me causa pánico.
Se pone la mesa, se extiende el mantel, se come, se bebe... ¡Arriba, capitanes, preparen sus escudos!
Pues así me ha hablado el Señor: «Anda, coloca un centinela para que comunique lo que vea.
Si ve tropas de caballería y a los jinetes formados de dos en dos, unos montados en burros, otros en camellos, que ponga atención, mucha atención.»
El vigía exclamó: «En lo alto de la torre, mi señor, estoy de pie todo el día, y en mi puesto de guardia permanezco alerta toda la noche.
Pues bien, veo acercarse la caballería y a los jinetes, formados de dos en dos.» Entonces me han hablado y me han dicho: «Cayó, cayó Babilonia y todas las estatuas de sus dioses han rodado por el suelo hechas pedazos.»
Oh pueblo mío, que has sido pisoteado y trillado en la era, lo que he oído de Yavé de los Ejércitos, Dios de Israel, yo te lo anuncio.
Profecía sobre Edom: Alguien me grita desde Seír: «Centinela, ¿qué hora es de la noche? Centinela, ¿qué hora es de la noche?
El centinela responde: «Llega la mañana, pero también la noche; si ustedes quieren preguntar, pregunten, pero vuelvan otra vez.»
Profecía sobre Arabia: Entre las matas de la estepa pasan la noche las caravanas de los dedanitas.
Salgan al encuentro del sediento, habitantes del país de Tema, llevándole agua; acojan al fugitivo y denle pan.
Pues ellos vienen huyendo de las espadas, de las espadas afiladas, del arco listo para disparar, de la violencia de la guerra.
Sí, así me ha dicho el Señor: «Dentro de un año, lo mismo que dura el contrato de un soldado, toda la riqueza de Quedar se habrá terminado
y no quedará casi nada de los arqueros valientes de Quedar, -esto es palabra de Yavé, el Dios de Israel.»