Isaías, hijo de Amós, tuvo esta visión acerca de Judá y de Jerusalén.
Al fin de los tiempos, el cerro de la Casa de Yavéserá puesto sobre los altos montesy dominará los lugares más elevados.
Irán a verlo todas las nacionesy subirán hacia él muchos pueblos, diciendo: «Vengan, subamos al cerro de Yavé, a la Casa del Dios de Jacob,para que nos enseñe sus caminosy caminemos por sus sendas. Porque la enseñanza irradia de Sión,de Jerusalén sale la palabra de Yavé.»
Hará de arbitro entre las nacionesy a los pueblos dará lecciones.Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas.Una nación no levantará la espada contra otray no se adiestrarán para la guerra.
Pueblo de Jacob, ven: ¡caminemos a la luz de Yavé!
Yavé, has rechazado a tu pueblo, a los hijos de Jacob, porque su país está lleno de adivinos y de magos, como los hay entre los paganos, y se ven numerosos extranjeros.
Su país está lleno de oro y plata y sus tesoros son innumerables.
Su país está lleno de caballos y sus carros de guerra son numerosos. Su país está lleno de ídolos, pues se inclinan ante la obra de sus manos, ante la figura que modelaron sus dedos.
El hombre será humillado, el mortal abatido: ¡No se lo perdones!
Métete entre las rocas, escóndete en el polvo, para no ver la cara de Yavé, que da miedo o que brilla majestuosa, cuando él aparezca para hacer temblar la tierra.
El hombre bajará sus ojos orgullosos y su soberbia se irá al suelo; sólo Yavé será exaltado aquel día.
Pues Yavé Sabaot tendrá su díacontra todo orgullo e insolenciay contra todo el que se cree:¡será rebajado!
Pedirá cuentas a los cedros del Líbanoelevados y altaneros, y a las encinas de Basán,
a los cerros altos y las lomas orgullosas,
a las torres altas y las murallas fortificadas,
a los barcos de ultramar y las naves lujosas. El orgullo del hombre será doblegado y las glorias humanas, humilladas
Sólo Yavé será exaltadocuando venga aquel día,
y de los ídolos no quedará nada.
Irán a meterse entre las rocas, y en los huecos de la tierra, para no ver la cara de Yavé, que da miedo o que brilla majestuosa, cuando él aparezca para hacer temblar la tierra.
Ese día, el hombre tirará a los topos y a los murciélagos, los ídolos de oro y de plata que se había hecho para adorarlos,
y se esconderá en las rocas o detrás de las piedras, para no ver la cara de Yavé, que da miedo o que brilla majestuosa, cuando él aparezca para hacer temblar la tierra.
No confíen más en el hombre, pues no dura más que el soplo de sus narices: ¿para qué estimarlo tanto?