Quiero glorificarte, mi Señor y mi Rey,te bendeciré, oh Dios, mi Salvador,y daré gracias a tu nombre.
Porque te has hecho mi protector, mi apoyoyy no has permitido que se pierda mi cuerpoqque fuera presa de las calumnias,dde las argucias de los mentirosos¡¡Cuando estaba frente a mis acusadoresttú me acompañaste y me libraste
¡Grande es tu misericordia, grande es tu Nombremme arrancaste de las fauces listas para devorarmedde las manos de los que querían quitarme la vidamme salvaste de múltiples pruebas
de las llamas sofocantes que me rodeabanyy no me quemé en medio del fuego
Me rescataste de la Morada de abajyy también de la lengua impura y mentirosa
cuando con sus calumnias me acusaban ante el ReyEEstaba yo al borde de la tumbayy mi vida oscilaba hacia la muerte
¡Me rodeaban, pero nadie me ayudaba¡¡Buscaba un socorro humano, pero en vano
Me acordé, Señor, de tu misericordiadde tus intervenciones en el pasadoppues tú libras a los que en ti se apoyayy los salvas de manos del adversario
Y elevé de la tierra mi súplicalllamé a Dios de las puestas de la muerte
Invoqué al Señor, Padre de mi SeñorNNo me abandones en estos días de angustiaccuando festejan el verme sin socorroCContinuamente alabaré tu Nombryy te agradeceré por medio de himnos
Mi oración fue escuchadamme salvaste de la ruinayy me libraste de esta hora fatal
Por eso quiero darte gracias y cantartebbendeciré el Nombre del Señor.
Desde que era joven, antes de todos mis viajes, resueltamente he pedido en mi oración la sabiduría.
Me quedaba frente al Santuario para pedirla, y hasta el final la buscaré.
En ella hallé mi alegría: venía como flor de un racimo que madura. Avancé en mi camino sin desviarme, y seguí sus huellas desde mi juventud.
Apenas empecé a ponerle atención, se me concedió, y encontré en ella toda una doctrina. ¡Cuánto no progresé gracias a ella! Quiero rendirle gloria al que me la dio.
Me había decidido a ponerla en práctica, busqué ardientemente el bien y no me he arrepentido de ello.
Me hizo soportar duros combates, pues me esforcé por cumplir toda la Ley. Levantaba mis manos hacia el cielo, deplorando mis insuficiencias al respecto.
Me volví a ella con toda mi alma, y la encontré a fuerza de purificación. Por lo demás, fue debido a ella que, desde el comienzo, fui amo de mi corazón: ahora no me abandonará jamás.
El deseo de adquirirla me dominaba totalmente, y al final conseguí la parte mejor.
El Señor me recompensó con el don de la palabra: así seré capaz de alabarle.
¡Acérquense, ustedes que no saben, vengan a pasar un tiempo en la escuela de la sabiduría!
¿Por qué dicen que la sabiduría no es para ustedes, siendo que están sedientos de ella?
Les declaro con toda convicción: ¡Adquiéranla, y sin pagar nada!
¡Doblen su cuello para que reciban su yugo, y obtendrán la instrucción! Salgan a su encuentro, que ya está cerca.
Abran los ojos y veanque he penado poco para llegar a un tal descanso.
Para pagar su instrucción no sería suficiente un montón de plata; con ella, en cambio, tendrán oro en abundancia.
Alégrense pues de la misericordia del Señor, no tengan vergüenza de alabarlo.
Terminen el trabajo de ustedes antes que suene la hora, y cuando sea el tiempo, el Señor los recompensará.