Pero debe ser todo lo contrario con lo que sigue, si no quieres pecar. No tengas vergüenza:
de la ley del Altísimo y de su Alianza, de reconocer la inocencia, aun la del malvado,
de mantener las cuentas claras con tus compañeros de viaje, de entregar a los extranjeros su parte de la herencia,
de usar una balanza y pesas exactas, de hacer obras de caridad grandes o pequeñas
de obtener ganancia en un negocio, de corregir a menudo a tus hijos, y de cascarle en el lomo a un mal servidor.
¡Con una mala mujer usa el candado; allí donde se meten muchas manos, pon las cosas bajo llave!
Cuenta y pesa las cosas que entregas; anota por escrito lo que das y lo que recibes.
No tengas vergüenza de reprender a un imbécil o a un tonto, y al anciano decrépito que ha vuelto a la infancia. Entonces demostrarás que verdaderamente eres educado, y todos te apreciarán.
Una hija es para su padre una causa secreta de inquietud; el cuidado que le ocasiona le quita el sueño; si es joven, por el temor a que demore en casarse; si está casada, a que su marido le tome tirria. 10. Mientras es virgen, podría dejarse seducir y quedar embarazada en la casa de su padre. Si tiene marido, tal vez podría serle infiel o bien no darle hijos.
Si tu hija es una descarada, redobla la prudencia: cuida de que no haga de ti el hazmerreir de tus enemigos, el comentario de la ciudad, un tema para chismes. Podría deshonrarte ante todo el mundo.
No detengas tu mirada en una belleza humana ni te pongas a conversar con mujeres.
Así como la polilla sale de la ropa, así sale de la mujer su malicia.
Más vale dureza de hombre que bondad de la mujer: la mujer puede atraerte vergüenza y reproches.
Voy ahora a recordar las obras del Señor, y a contar lo que he visto: las obras del Señor salieron de sus palabras, conforme a sus decisiones.
Así como el sol ilumina todo lo que está a la vista, así la obra del Señor está llena de su gloria.
Explicar este mundo de maravillas es una cosa que le queda grande aun a los Santos del Señor. Porque el Señor, Dueño del Universo, le dio consistencia en su propia gloria.
El sondea tanto los abismos del mar como los espíritus de los hombres; él ve claro en sus proyectos. El Altísimo conoce todo lo que se puede saber: conoce los signos de los tiempos.
Dice lo que ha sido y lo que será, descubre las huellas de las cosas pasadas.
Ni un pensamiento se le escapa, ni una palabra se le oculta.
Dispuso armoniosamente las obras maestras de su sabiduría, tales como han sido siempre y lo serán; no ha recurrido a ningún consejero; nada podría añadírseles o quitárseles.
¡Qué hermosas son todas sus obras:¡ qué encanto contemplar hasta la más pequeña chispa!
Todo eso vive y dura para siempre, todo obedece en todo momento.
Todas las cosas van de a par, una enfrentando a la otra; el Señor no ha hecho nada imperfecto.
Una destaca a la otra: ¿quién se cansará de contemplar su gloria?