¿Te eligieron para que organices un banquete? No te des grandes ínfulas. Compórtate con los demás como uno de ellos; preocúpate de ellos y después anda a sentarte en tu lugar.
Cuando hayas hecho todo lo necesario, volverás a tu asiento para alegrarte con ellos. Entonces recibirás la corona por tu buena organización.
Habla, si eres anciano, eso te corresponde; pero di cosas que tengan sentido, y no impidas la música.
Cuando la están escuchando, no es el momento para discursos, no pases por sabio en el momento inadecuado.
Un concierto en medio de un banquete bien regado, es una piedra preciosa engastada en una joya de oro.
El canto de los músicos le viene a la dulzura del vino como una esmeralda a un brazalete de oro.
Habla, tú que eres joven, si te lo piden, pero no más de dos veces, y sólo para responder.
Abrevia tu discurso, di mucho en pocas palabras. Demuestra que sabes, pero sobre todo que sabes callar.
Si estás con personas importantes, no las trates de igual a igual; trata de no conversar mientras otro habla.
El relámpago se siente antes que el trueno: lo mismo la disposición para escuchar al hombre modesto.
Levántate de la mesa a tiempo, no te demores. Llega pronto a tu casa sin entretenerte por el camino.
Allí intercambiarás ideas, harás lo que te guste, pero sin pecar con palabras indecentes.
Por último bendecirás al que te hizo y te colma con sus bienes.
El que teme al Señor acepta sus lecciones, los que lo buscan desde la aurora recibirán buena acogida.
El que se dedica a la Ley, ésta lo llenará; el que sólo disimula, ésta lo hará caer.
El Señor recibirá a los que le temen, sus buenas acciones brillarán como la luz.
El pecador no acepta la reprensión, siempre justifica lo que le gusta.
El hombre prudente no descuida la reflexión; en cambio el orgulloso indiferente no tiene miedo a nada.
No hagas nada sin haber reflexionado, y no tendrás que arrepentirte de tus actos.
No tomes el camino áspero y no te tropezarás con las piedras.
No te fíes de un camino bien pavimentado:
ten cuidado aun con tus hijos.
En todo lo que hagas, actúa según tu conciencia: así observarás los mandamientos.
El que confía en la Ley pone atención en los mandamientos; el que obedece al Señor no sufrirá daño alguno.