Hay tres cosas que hallo hermosas, y que son hermosas tanto para Dios como para los hombres: la unión entre hermanos, la amistad entre prójimos y la perfecta armonÃa entre marido y mujer.
Hay tres clases de personas que aborrezco y cuya presencia no la soporto: un pobre orgulloso, un rico que miente y un viejo vicioso y tonto.
Si su marido parte a reunirse con sus vecinos, no podrá dejar de suspirar.
Cualquier maldad es poca cosa al lado de la maldad de una mujer: ¡ojalá que caiga sobre ella el castigo de los pecadores!
Como una cuesta arenosa para los pies de un anciano, asà es la mujer habladora para un marido de buen carácter.
¡No te dejes seducir por la belleza de una mujer, ni la desees!
Mal humor, impaciencia, reproches... es lo que sucede cuando la mujer manda al marido.
Corazón apenado, cara triste y herida oculta: asà sucede con la mujer malvada. Brazos caÃdos y rodillas vacilantes: ¡ella no hace feliz a su marido!
Por la mujer comenzó el pecado: por su culpa morimos todos.
¡Deten inmediatamente la fuga de agua!; no dejes que una malvada mujer se imponga.