El flojo se parece a una piedra embarrada, todo el mundo se ríe de su degradación.
El flojo es como un montón de estiércol, el que lo tocó se sacude las manos.
Un hijo mal educado es la vergüenza de su padre, si es una hija, será su humillación.
Una hija juiciosa será un tesoro para su marido, la que se porta mal será el sufrimiento de su padre.
Una hija que de nada se sonroja avergüenza tanto a su padre como a su marido, ambos la desprecian.
Una palabra dicha en mal momento es como música en momentos de duelo, pero los azotes y las sabias reprensiones convienen en cualquier momento.
Instruir a un tonto es como pegar de nuevo un cántaro roto o despertar a un hombre muerto de sueño.
Hablar a un tonto es como hablar a un hombre adormecido; cuando hayas terminado preguntará: "¿De qué se trata?"
Llora por un muerto: perdió la luz; llora por un tonto: perdió el espíritu. Laméntate menos por un muerto, porque encontró el descanso, pero la vida de un tonto es peor que la muerte.
Por un muerto son siete días de duelo, pero por el tonto y el impío, son todos los días de su vida.
No alargues la conversación con un insensato, no viajes con un hombre estúpido. Ten cuidado con él para que no tengas problemas: sus excesos podrían salpicarte. Apártate de él, estarás en paz en vez de cansarte con sus estupideces.
¿Hay algo más pesado que el plomo? ¿Cómo se llama? ¡Tonto!
La arena, la sal y una masa de hierro son más soportables que un hombre sin inteligencia.
Una techumbre de madera bien ensamblada y clavada no se suelta con un temblor, el que se decidió después de madura reflexión no se conmoverá en la adversidad.
Una decisión basada en la reflexión aguanta tanto como el estuco en un muro firme.
Un cerco de madera en una altura no resiste al viento; lo mismo el insensato frente a sus propios terrores: cualquier miedo lo domina.
Pégale a un ojo, brotarán lágrimas, golpea una conciencia, se le hará la luz.
Quien tira piedras a los pájaros, los espanta; quien insulta a un amigo romperá la amistad.
Si has desenvainado la espada contra tu amigo, no te desesperes: puedes volver.
Si has hablado duramente, no temas: es posible la reconciliación. Pero si se trata de ultrajes, de desprecios, de un secreto traicionado o de un golpe traicionero, cualquier amigo se irá.
Gánate la confianza de tu prójimo mientras sea pobre, y si llega a ser rico disfrutarás con él de sus bienes. Sé fiel a él en los días difíciles, y cuando le llegue una herencia, compartirás con él.
Humo y vapor se ven antes que las llamas: las injurias preceden a la sangre derramada.
No tendré vergüenza de proteger a mi amigo, no me esconderé de él;
y si por culpa de él me sucede algo malo, todos los que lo sepan desconfiarán de él.
¿Quién pondrá una cerradura en mi boca, un buen candado en mis labios para que no me hagan caer y no me condene mi lengua?