Un sabio dirigente educa a su pueblo; el gobierno de un hombre sensato es bien ordenado.
Así como es el jefe así serán los ministros; así como es el gobernador de una ciudad así serán sus habitantes.
Un rey sin sabiduría es la ruina de su pueblo; una ciudad prospera gracias a la inteligencia de sus jefes.
Las autoridades de un país están en las manos del Señor; él envía en el momento preciso el hombre que conviene.
El éxito de quien sea está en las manos del Señor; él reviste a los jefes de su propia autoridad.
No guardes rencor a tu prójimo sea cual fuere la ofrenda; no hagas algo bajo el efecto de la cólera.
El orgullo es tan odioso al Señor como a los hombres; para él como para los demás la injusticia es abominable.
Una nación pierde el poder y lo deja en manos de otra debido a la injusticia, la violencia y la riqueza.
¿Cómo puede uno tener tanto orgullo cuando no es más que polvo y ceniza? Ya cuando está con buena salud, el hombre tiene la pudrición en sus tripas!
Que se alargue la enfermedad, bromea el médico... el rey de hoy estará muerto mañana.
Una vez muerto, el hombre no tiene ante sí más que la podredumbre, las fieras y los gusanos.
El comienzo de la soberbia en el hombre es apartarse del Señor y no tomar más en cuenta a su Creador.
El pecado es el comienzo del orgullo; al perseverar en el pecado se abren de par en par las puertas a la soberbia impía. Por eso el Señor envió a los pecadores siniestros castigos; al último los aniquiló.
El Señor ha derribado de sus tronos a príncipes, y los ha reemplazado por gente sencilla.
El Señor ha arrancado de cuajo a los orgullosos y en su lugar plantó a los humildes.
El Señor ha asolado tierras de paganos, las destruyó totalmente.
Devastó a muchos, destruyó sus naciones, borrando su recuerdo de la tierra.
No fue creado el orgullo para el hombre, ni los excesos de cólera para los que nacen de mujer.
¿Cuál es la raza digna de honor? La raza humana. ¿Cuál es la raza digna de honor? Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? La raza humana. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan los mandamientos y la Ley.
El jefe merece el respeto de sus hermanos; pero él respeta a los que temen al Señor.
Ricos, ilustres o pobres, su único orgullo debe ser el temer al Señor.
No es justo despreciar a un pobre que observa la Ley, ni conviene glorificar a un pecador.
El grande, el juez y el poderoso son dignos de honor, pero ninguno de ellos es tan grande como el que teme al Señor.
Un servidor inteligente tendrá por servidores hombres libres, y las personas sensatas no tendrán nada que decir.
No te jactes cuando no haces más que cumplir con tus obligaciones, ni te pongas soberbio cuando estés en apreturas.
Más vale ser un trabajador y vivir con holgura que aparentar ser alguien y que te falte el pan.
Hijo mío, estímate con modestia, apréciate en tu justo valor.
¿Quién defenderá al que atenta contra su propia vida? ¿Quién respetará al que se desacredita a sí mismo?
A un pobre se lo estima por su sabiduría, y a un rico por sus riquezas.
Si a uno lo honran siendo pobre, ¿cuánto más cuando sea rico? Si a uno lo desprecian siendo rico, ¿cuánto más cuando sea pobre?