Una nación pierde el poder y lo deja en manos de otra debido a la injusticia, la violencia y la riqueza.
¿Cómo puede uno tener tanto orgullo cuando no es más que polvo y ceniza? Ya cuando está con buena salud, el hombre tiene la pudrición en sus tripas!
Una vez muerto, el hombre no tiene ante sà más que la podredumbre, las fieras y los gusanos.
El comienzo de la soberbia en el hombre es apartarse del Señor y no tomar más en cuenta a su Creador.
El pecado es el comienzo del orgullo; al perseverar en el pecado se abren de par en par las puertas a la soberbia impÃa. Por eso el Señor envió a los pecadores siniestros castigos; al último los aniquiló.
El Señor ha derribado de sus tronos a prÃncipes, y los ha reemplazado por gente sencilla.
El Señor ha arrancado de cuajo a los orgullosos y en su lugar plantó a los humildes.
El Señor ha asolado tierras de paganos, las destruyó totalmente.
Devastó a muchos, destruyó sus naciones, borrando su recuerdo de la tierra.
No fue creado el orgullo para el hombre, ni los excesos de cólera para los que nacen de mujer.