Entonces el justo se presentará seguro de sí mismo frente a los que lo persiguieron y que redujeron a nada todos sus esfuerzos.
Al verlo comenzarán a temblar de un miedo inmenso, asombrados de ver que se ha salvado contra toda esperanza.
Llenos de remordimiento, se dirán, muy angustiados, y con gemidos:
Este es al que tomábamos para la risa, el objeto de nuestras bromas: ¡qué imbéciles éramos! Su vida nos parecía una locura, su muerte nos pareció el fracaso final.
Y véanlo ahora entre los hijos de Dios: ¿cómo fue que recibió su lugar entre los santos?
¡Cómo nos equivocamos lejos de la verdad! La luz de la justicia no nos iluminó, el Sol no se levantó para nosotros.
Nos hartamos de injusticias y crímenes, recorriendo desiertos de los cuales no salíamos, en vez de reconocer el camino del Señor.
¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos enorgullecíamos?
Todo eso pasó como una sombra, como un rumor que se disipa,
como el navío que corta la espuma del mar, y de cuyo paso no queda huella alguna, ni marca de su quilla en las olas.
O como el pájaro que atraviesa el espacio y cuyos vestigios de su carrera nadie encuentra, que no deja ninguna señal de su trayecto. Sus plumas rozaron el aire leve, un silbido se produjo al partirlo, batiendo sus alas se abrió camino, pero después, ¿quién encontró alguna huella de su vuelo?
O como una flecha disparada al blanco: el aire que va cortando vuelve sobre sí mismo, sin permitir que se vea su camino.
Así también nosotros, apenas nacimos desaparecimos; nos hemos agotado en nuestras malas obras y no tenemos mérito alguno que podamos mostrar".
Sí, la esperanza de los impíos es como la paja que se la lleva el viento, o como el copo de nieve que arrastra la tormenta, como el humo disipado por el viento, o el recuerdo de un huésped de un día: que se olvida.
Los justos, en cambio, viven para siempre, y su recompensa está junto al Señor: cuidan de ellos en casa del Altísimo.
Recibirán de manos del Seño lla corona magnífica, la diadema radiante ccon su mano derecha los cubrirá yy con su brazo los protegerá
Su amor celoso lo llevó a tomar las armas mmoviliza al universo para castigar a sus enemigos
Toma como coraza la rectitud yy como casco escogió sus juicios equitativos
Su invencible santidad le sirve de escudo
se ha hecho una espada con su cólera inflexible yy junto con él el universo lucha contra los insensatos
Los dardos del rayo darán recto en el blanco, ddisparados de las nubes como de un arco bien tenso
los granizos de su cólera caerán sobre ellos eel océano se indignará con ello yy los ríos los inundarán sin piedad
El aliento de su Poder se alzará contra ello yy los dispersará como el huracán SSu pecado convertirá a la tierra en desierto llas maldades de los poderosos echarán abajo sus tronos.