Más vale no haber tenido hijos pero haber actuado bien: uno será entonces considerado tanto por Dios como por los hombres y dejará un recuerdo imperecedero.
A una vida tan recta, se la imita cuando se la ve y se la echa de menos cuando desaparece: en la eternidad recibe la corona de gloria porque triunfó en combates perfectos.
Al contrario, la numerosa posteridad de un impÃo no significa nada: sus retoños bastardos no echarán raÃces profundas ni se establecerán en tierra firme.
El justo que muere condena a los impÃos que sobreviven, una vida joven que llega pronto a la perfección, denuncia la vejez interminable de los malvados.