Behold, what manner of love the Father hath bestowed upon us, that we should be called the sons of God: therefore the world knoweth us not, because it knew him not.
Más vale no haber tenido hijos pero haber actuado bien: uno será entonces considerado tanto por Dios como por los hombres y dejará un recuerdo imperecedero.
A una vida tan recta, se la imita cuando se la ve y se la echa de menos cuando desaparece: en la eternidad recibe la corona de gloria porque triunfó en combates perfectos.
Al contrario, la numerosa posteridad de un impío no significa nada: sus retoños bastardos no echarán raíces profundas ni se establecerán en tierra firme.
Aunque por un tiempo echen brotes, sus débiles ramas serán sacudidas por el viento, y arrancadas por la tempestad.
Sus ramas se quebrarán antes de crecer, sus frutos no servirán: ¡demasiado verdes para comerlos, sólo sirven para que los boten!
En el día del juicio, los hijos nacidos de uniones culpables testimoniarán en contra del pecado de sus padres.
El justo en cambio, aunque muera prematuramente, encontrará su descanso.
La edad que merece el respeto no depende de la duración de la vida, ni se mide por el número de años.
¡ El verdadero conocimiento es como tener los cabellos blancos! Una vida sin mancha equivale a una edad madura.
Era recto, agradó a Dios que lo amó; pero como vivía en medio de los pecadores, fue sacado de allí.
Dios lo sacó por temor a que el mal corrompiera su inteligencia o que su alma se dejara seducir por la mentira.
Porque la fascinación del mal oculta los verdaderos valores y los reclamos del deseo conmueven a un alma sin malicia.
Acabó pronto, pero había recorrido ya un largo camino.
Su alma era preciosa a los ojos del Señor, por eso la retiró pronto de su ambiente corrompido. La gente al ver eso no entendió; no comprendieron
que la benevolencia y la misericordia de Dios acompañan a sus elegidos, y que él vela por los suyos.
El justo que muere condena a los impíos que sobreviven, una vida joven que llega pronto a la perfección, denuncia la vejez interminable de los malvados.
Verán pues la muerte del sabio, pero sin comprender las intenciones divinas al respecto, ni por qué el Señor lo puso a resguardo.
Al ver eso podrán tal vez reírse, pero el Señor también se reirá de ellos
cuando a su vez sean cadáveres despreciables y estén sin defensa entre los muertos. Porque el Señor los reducirá al silencio y los precipitará de cabeza; los arrancará de cuajo y los destruirá irremediablemente: entonces sabrán lo que es el dolor, cuando todos los hayan olvidado.
Se presentarán temblando cuando se haga el recuento de sus pecados, y sus crímenes se alzarán frente a ellos.