Si estás a la mesa con un noble, mira bien lo que hay ante ti.
¡No seas goloso, te pondrás el cuchillo a la garganta!
No te abalances sobre sus buenos platos: son alimentos engañosos.
No te canses persiguiendo la riqueza, déjate de pensar en ella;
apenas se la ve ya desapareció. Se pone alas e igual que un águila se pierde entre las nubes.
No comas el pan de un hombre interesado, no codicies sus manjares delicados,
porque toda su actitud es calculada: "¡Come y bebe!" te dice, pero su corazón no está contigo.
Tendrás que vomitar el bocado que hayas comido, y habrás perdido tus buenas palabras.
No aconsejes a un tonto, despreciará aun tus palabras más sensatas.
No cambies un límite antiguo, no te apoderes del campo de los huérfanos.
Tienen a un poderoso defensor, Yavé mismo, quien asumirá su causa en contra tuya.
Pon todo tu celo en instruirte, abre tus oídos a las palabras sabias.
No vaciles en corregir a un niño: el haberlo azotado no lo hará morir.
Debes corregirlo: así lo salvarás de la morada de los muertos.
Hijo mío, si llegas a ser un sabio, seré el primero en alegrarme;
estaré feliz cuando tú estés en la verdad.
No envidies a los pecadores sino que sigue siempre en el temor de Yavé,
si lo conservas, verás sus resultados, y tu esperanza no será fallida.
Hijo mío, oye y hazte sabio, anda por el camino recto.
No te juntes con bebedores de vino y con los que se hartan de carne;
porque el borracho y el glotón se empobrecen, y el holgazán irá vestido de harapos.
Escucha a tu padre que te dio la vida; no desprecies a tu madre cuando sea viejita.
Compra la verdad, no la revendas; adquiere la sabiduría, la instrucción y la inteligencia.
El padre del justo tendrá de qué alegrarse; la que dio a luz a un sabio, éste será su felicidad.
¡Que se regocijen pues tu padre y tu madre, que estalle la alegría de la que te dio a luz!
Atiéndeme, hijo mío, no pierdas de vista el camino que te indico;
Has de saber que la prostituta es una fosa profunda, la mujer adúltera es un pozo estrecho.
Está al acecho como un bandido; ¡cuántos hombres han traicionado por culpa de ella!
¿De quién son los "ayes"? ¿De quién son los lamentos? ¿De quiénes las peleas y las quejas? ¿De quiénes los golpes sin motivos y los ojos que ven doble?
De los que se dedican a tomar y amontonar botellas y alcohol.
No te dejes fascinar por el vino: ¡qué rojo más hermoso, transparente en la copa, y cómo baja!
Acabará mordiéndote como una serpiente, te picará como una víbora.
Ya no sabrás lo que ves y te pondrás a decir estupideces.
Serás como un hombre en alta mar, agarrado al mástil del navío:
"¡Me golpearon... pero no me dolió! ¡Me pegaron... pero no sentí!