But the God of all grace, who hath called us unto his eternal glory by Christ Jesus, after that ye have suffered a while, make you perfect, stablish, strengthen, settle you.
Esta agravación del mal fue penosa e insoportable, incluso para la masa.
El Templo se vio invadido por las orgÃas de los paganos que venÃan a divertirse con las prostitutas; en los pórticos se efectuaba el comercio sexual.
Además, introducÃan en el Templo cosas no permitidas por la Ley; el altar estaba cubierto de vÃctimas impuras, prohibidas por las leyes.
Ya no se permitÃa celebrar el sábado u observar las costumbres de nuestros padres; no podÃa uno ni siquiera declarar que era judÃo.
Otros que se habÃan ocultado en una cueva para celebrar el sábado, fueron denunciados a Filipo y quemados, sin que se defendieran por respeto al sábado.
Ruego a los lectores de este libro que no se escandalicen por estas desgracias. Consideren que no sucedió esto para destrucción, sino para educación de nuestra raza.
Es que Dios demuestra su benevolencia cuando no deja que los pecadores sigan pecando durante largo tiempo, sino que, al contrario, interviene pronto para castigarlos.
Tratándose de los demás pueblos, Dios espera pacientemente que colmen la medida de sus pecados para darles el castigo. Mientras que con nosotros procede de una manera diferente,
pues no espera para castigarnos que hayamos colmado la medida.
Por eso nunca aparta su misericordia de nosotros, y no abandona a su pueblo, incluso cuando nos castiga mediante la adversidad.
Sirva lo anterior como una manera de hacer resaltar estas verdades. Y ahora continuemos el relato.
De esta manera se librarÃa de la muerte, aprovechando esta benevolencia de sus amigos de siempre.
El prefirió tomar una noble resolución que correspondÃa a su ancianidad y a la vida irreprochable que habÃa llevado desde su niñez. Pero, sobre todo por respeto a las santas leyes establecidas por Dios, respondió que mejor lo enviaran al lugar de los muertos. Y añadió: «A nuestra edad serÃa indigno disimular,
pues muchos jóvenes creerÃan que yo, a los noventa años, me he pasado a las costumbres paganas.
Los que mandaban consideraron lo que hablaba como una locura, y cambiaron su suavidad anterior por dureza.
El, ya casi al morir, dijo, gimiendo: «El Dios Santo, que todo lo ve, sabe que pudiendo librarme de la muerte sufro en mi cuerpo tormentos atroces. Mas en mi alma sufro gustoso por el respeto que le tengo.»
Y con su muerte dejó un ejemplo de nobleza y un monumento de virtud y fortaleza, no solamente a los jóvenes sino a toda la nación.