A pesar de estar angustiado, quiso animar a los que quedaban: «Luchemos contra nuestros enemigos. Quizá podamos vencerlos.»
Ellos trataron de convencerlo: «No podemos ahora hacer otra cosa que salvarnos. Más tarde volveremos con nuestros hermanos y entonces lucharemos. Por ahora somos demasiado pocos.»
Pero Judas les contestó: «LÃbreme Dios de huir ante ellos. Si ha llegado nuestra hora, moriremos como valientes por nuestros hermanos, sin haber manchado nuestra gloria.»
Muerto Judas, reaparecieron los renegados en todo el territorio de Israel y levantaron cabeza los obradores de la maldad.
Por ese mismo tiempo sobrevino una gran hambre, y el paÃs se sometió a ellos.
Báquides escogió hombres renegados que hizo dueños del paÃs.
Estos perseguÃan y hacÃan investigaciones sobre todos los amigos y partidarios de Judas y los llevaban a Báquides, quien los castigaba y los humillaba de mil maneras.
Fue una gran prueba en Israel, como nunca se habÃa visto desde que terminó el tiempo de los profetas.
Se reunieron entonces los amigos de Judas y dijeron a Jonatán:
(Jonatán habÃa enviado a su hermano Juan como encargado del pueblo para rogar a los nabateos, sus amigos, que guardaran en depósito su equipaje, que era mucho.
Pero los descendientes de Jambri y la gente de Madaba se apoderaron de Juan con cuanto llevaba y se marcharon llevándose el botÃn.
Entonces se acordaron del asesinato de su hermano Juan y subieron a esconderse en el cerro.
Levantando sus ojos vieron, en medio de un rumor confuso, mucho equipaje; el esposo, sus amigos y hermanos avanzaban hacia ellos con tamboriles, instrumentos musicales y armas numerosas.
Entonces los judÃos salieron de su emboscada, se precipitaron sobre ellos y los mataron; hubo muchas vÃctimas y otros huyeron al monte. Se apoderaron de todos los despojos.
Asà la boda se convirtió en luto y la música en lamentaciones.
Asà vengaron la muerte de su hermano, y se volvieron a los pantanos del Jordán.
En el año ciento cincuenta y tres, en el segundo mes, Alcimo mandó derribar el muro del patio interior del Templo. Esto significaba nada menos que destruir la obra de los profetas.
Alcimo empezó la demolición, pero entonces tuvo un ataque y los trabajos quedaron suspendidos. Alcimo habÃa perdido el uso de la palabra y ya no pudo decir nada, ni siquiera para dar órdenes acerca de su casa.
a consecuencia de su muerte, Báquides volvió donde el rey. Con esto el paÃs tuvo paz durante dos años.
Entonces todos los renegados se reunieron. Dijeron: «Jonatán y los suyos viven en paz sin temor alguno. Mandemos, pues, a buscar a Báquides para que se apodere de todos en una sola noche.»
Incluso los partidarios de Jonatán apresaron a cincuenta hombres del paÃs, que eran los jefes de esta conspiración, y los ejecutaron.
Jonatán y Simón se retiraron con los suyos a BetbasÃ, en el desierto, repararon las ruinas y las fortificaron.
Apenas lo supo Báquides, reunió toda su gente y avisó a sus partidarios de Judea.
Vino a atacar a BetbasÃ, la sitió durante varios dÃas y construyó máquinas de guerra.
Jonatán , entonces, dejando en la ciudad a su hermano Simón, hizo una salida por la región con un puñado de hombres.
Derrotó a Odomera y a sus hermanos y a la gente de Fasirón en su campamento; luego se volvieron y empezaron a atacar a las tropas que sitiaban la ciudad.
Mientras tanto, Simón y los suyos salieron de la ciudad e incendiaron las máquinas.
Atacaron a Báquides, que fue derrotado y quedó muy desanimado por el fracaso de su expedición.
Se enfureció entonces contra los renegados que le habÃan aconsejado venir al paÃs, ejecutó a muchos de ellos y decidió volver a su tierra.
Báquides aceptó sus condiciones. Cumplió, por su parte, sus promesas y juró que, en adelante, y hasta el dÃa de su muerte, no le perjudicarÃa en nada.