El año ciento cincuenta y uno, Demetrio, hijo de Seleuco, huyó de Roma. Embarcó con algunos hombres en dirección a un puerto del reino donde llegó y se proclamó rey.
Y, ante el rey, acusaron a su propio pueblo, diciendo: «Judas y sus hermanos han exterminado a todos tus amigos y nos han expulsado de nuestro paÃs.
EnvÃa, pues, a una persona de tu confianza para que vea los estragos que nos han causado a nosotros y a las provincias del rey. Que los castiguen a ellos y a todos los que los apoyan.»
El rey eligió a Báquides, uno de sus amigos y destacado hombre del reino, comandante de la región occidental del Eufrates.
Entonces, todos en el pueblo se aterrorizaron. DecÃan: «Estos hombres no son buenos ni sinceros, pues han violado el pacto que hicieron con juramento.»
Alcimo luchó por que lo reconocieran como jefe de los sacerdotes
y lo ayudaron todos los que perturbaban al pueblo. Eran los dueños del paÃs de Judea y perjudicaron mucho a los israelitas.
Judas vio que Alcimo y los suyos eran peores todavÃa que los paganos para Israel.
Entonces organizó expediciones por todo el territorio de Judea para hacer justicia de esos traidores e impedirles andar por el paÃs.
Alcimo comprendió que Judas y los suyos lo superaban en fuerzas y que no podÃa oponerse a ellos, por lo que volvió donde el rey y los acusó de graves delitos.
El rey, entonces, envió a Nicanor, uno de sus más ilustres generales y enemigo declarado de Israel, dándole la misión de exterminar al pueblo.