Señala al pueblo un lÃmite alrededor del monte, y diles que no traten de subir al monte o de alcanzarlo. Todo aquel que traspase el lÃmite deberá morir.
Que nadie ponga las manos sobre el culpable, sino que sea apedreado o flechado; sea hombre o animal, no debe vivir más. Solamente cuando se oiga el toque de cuerno algunos podrán subir.»
Al tercer dÃa, al amanecer, hubo sobre el monte truenos, relámpagos y una espesa nube; se oÃa un sonido muy fuerte de cuerno. En el campamento todo el pueblo se puso a temblar.