SemaÃas, Azarel, Guilalay, Maay, Natanael, Judá, JananÃ, con los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Y Esdras, el maestro de la Ley, iba al frente de ellos.
A la altura de la Puerta de la Fuente, subieron las gradas de la ciudad de David en la subida de la muralla encima de la casa de David, hasta la Puerta de las Aguas, al oriente.
El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás con la mitad de los jefes del pueblo por encima de la muralla, pasando por la Torre de los Hornos, hasta la muralla ancha,
por encima de la Puerta de EfraÃm, la Puerta de Jesena, la puerta del Pescado, la Torre de Jananel, hasta la Puerta de las Ovejas, y nos detuvimos en la Puerta de la Cárcel.
Luego los dos coros se detuvieron en la Casa de Dios. TenÃa yo a mi lado a la mitad de los consejeros
y a los sacerdotes Elyaquin, MaeseÃas, Minyamin, Mika, Elionai, ZacarÃas y JananÃas, con las trompetas;
MaaseÃas, SemaÃas, Eleazar, UzzÃ, Joyanan, MalquÃas, Elam y Ezer. Los cantores entonaron su canto bajo la dirección de IsraquÃas.
En aquellos tiempos se nombró encargados que vigilaran las bodegas en que se almacenaban las contribuciones, las primicias y los diezmos. En ellas debÃan recoger de las diversas ciudades del territorio las porciones que la Ley otorga a los sacerdotes y a los levitas, pues la gente de Judá estaba feliz al ver a los sacerdotes y levitas en sus funciones.
Ellos cumplÃan las ceremonias de su Dios y las ceremonias de las purificaciones, junto con los cantores y los porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón, pues ya desde el principio,
desde los dÃas de David y de Asaf, habÃa jefes de cantores y cantos de alabanza y de acción de gracias a Dios.