Les di órdenes respecto a Idó, el jefe que permanecÃa en CasifÃa, les di el recado que debÃan transmitir a Idó y a sus hermanos los ayudantes que vivÃan en CasifÃa, para que nos mandaran servidores para la Casa de nuestro Dios.
y de entre los ayudantes que David y los jefes habÃan puesto al servicio de los levitas, doscientos veintidós hombres, todos inscritos personalmente.
Me hubiera dado vergüenza pedir al rey tropas y gentes de a caballo para protegernos del enemigo en el camino; por el contrario, habÃamos dicho al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, con todos los que lo buscan; y su poder y su enojo sobre todos los que lo abandonan.»
Y se entregaron los decretos del rey a sus gobernadores y a los funcionarios del lado de acá del rÃo, los cuales favorecieron al pueblo y a la Casa de Dios.