Entonces SecanÃas, hijo de Jejiel, de los hijos de Elam, dijo a Esdras:
Nos hemos portado mal con nuestro Dios, al casarnos con mujeres extranjeras de entre los pueblos de este paÃs, pero Israel no queda por esto sin esperanza.
Decide, pues, ya que es cosa tuya. Nosotros estamos contigo. Ten valor y ordena.»
Entonces Esdras se levantó e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes, de los levitas y de todo Israel que harÃan lo que se acababa de decir, y ellos lo juraron.
«SÃ, haremos como tú dices: sólo que el pueblo es numeroso y estamos en la estación lluviosa; no podemos soportar la intemperie, además no se trata de una cosa de un dÃa o dos, porque somos muchos los que cometimos este pecado.
Nuestros jefes podrÃan representar a toda la asamblea. Los que en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras vendrÃan cada cierto tiempo, acompañados de los dirigentes locales y de los jueces de cada ciudad, hasta que hayamos apartado de nosotros el enojo de nuestro Dios por causa de este asunto.»
Jonatán, hijo de Azel, y Jajzia, hijo de Tecua, apoyados por los levitas Mesulam y Subtay, fueron los únicos que se opusieron a este parecer,