Mis ojos estarán abiertos y mis oÃdos atentos a la oración que se haga en este lugar;
pues ahora he escogido y santificado esta Casa, para que en ella permanezca mi Nombre para siempre. Allà estarán mis ojos y mi corazón todos los dÃas.
Y en cuanto a ti, si me sirves como me sirvió tu padre David, y haces todo lo que te he mandado guardando mis decretos y mis sentencias,