Todos los israelitas estaban registrados en las genealogÃas e inscritos en el Libro de los Reyes de Israel. En cuanto a los de Judá, fueron deportados a Babilonia por sus infidelidades de la Ley.
Los primeros que volvieron a habitar en sus propiedades y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y donados.
AzarÃas, hijo de HilquÃas, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Merayot, hijo de Ajitub, prÃncipe de la Casa de Dios.
AdaÃas, hijo de Jerojam, hijo de Pasjur, hijo de MalkÃas; Hasay, hijo de Adiel, hijo de Yajzerá, hijo de Mesulam, hijo de Mesilemit, hijo de Immer;
y sus hermanos, jefes de sus casas paternas: mil setecientos sesenta hombres aptos para los ejercicios del culto de la Casa de Dios.
De los levitas: SemaÃas, hijo de Jasub, hijo de Azricam, hijo de JazabÃas, de los hijos de MerarÃ,
Baqbacar, Heras, Galal y MatanÃas, hijo de Micá, hijo de ZikrÃ, hijo de Asaf;
AbdÃas, hijo de SemaÃas, hijo de Galal, hijo de Jedutún; y BerekÃas, hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitaban en los poblados de los netofatÃes.
Los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ajimán y sus hermanos.
ZacarÃas, hijo de MeselemÃas, era portero de la entrada de la Tienda de Reunión.
El total de esos hombres escogidos para porteros era de doscientos doce, y estaban inscritos en sus poblados. David y Samuel el vidente los habÃan establecido en sus cargos permanentes.
HabÃa porteros a los cuatro vientos; al oriente, al occidente, al norte y al mediodÃa.
Sus hermanos, que habitaban en poblados, tenÃan que venir periódicamente a estar con ellos durante siete dÃas,
porque los cuatro jefes de los porteros eran permanentes; algunos levitas estaban al cuidado de las cámaras y de los tesoros de la Casa de Dios.
Pasaban la noche alrededor de la Casa de Dios, pues les incumbÃa su vigilancia y tenÃan las llaves para abrirlas todas las mañanas.
Unos tenÃan el cuidado de los utensilios del culto, y los contaban al meterlos y al sacarlos.
Otros estaban encargados de los utensilios y de todos los instrumentos del Santuario, de la flor de harina, el vino, el aceite, el incienso y los aromas.
Pero los que hacÃan la mezcla para los aromas eran sacerdotes.