En aquel tiempo, Merodac-Baladan, hijo de Baladan, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a EzequÃas porque supo que habÃa estado enfermo.
Se alegró EzequÃas por su venida y enseñó a los enviados su cámara del tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite oloroso, sus armas y todo cuanto habÃa en el tesoro. No hubo cosa en su palacio, ni de todo lo que poseÃa, que EzequÃas no mostrara.
Lo demás referente a EzequÃas, toda su valentÃa, cómo construyó el gran estanque, y cómo trajo las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá.