Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta dÃas y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb.
ElÃas partió de allÃ. Encontró a Eliseo, hijo de Safat. Este estaba arando una parcela de doce medias hectáreas y llegaba a la última. ElÃas, al pasar, le echó su manto encima.