HabÃa allà un hombre perverso llamado Sebá, hijo de BikrÃ, de la tribu de BenjamÃn, que hizo sonar la trompeta y dijo: «¡Nada tenemos que ver con David ni con su herencia! ¡Váyase cada uno a su hogar, Israel!»
Amasá fue a congregar a los de Judá, pero demoró más tiempo del señalado.
Entonces David dijo a AbisaÃ: «Sebá, hijo de BikrÃ, nos hará más daño que Absalón. Toma, pues, a los hombres de mi guardia y persÃguelo para que no se nos escape, refugiándose en alguna ciudad fortificada.»
Amasá, mientras tanto, se revolvÃa en su sangre, en medio del camino. Viendo que todo el mundo se detenÃa a mirarlo, el hombre lo sacó del camino y lo tapó con un paño.
Una vez que lo hubo apartado del camino, ya nadie se detuvo y todos pasaban de largo siguiendo a Joab, que iba en persecución de Sebá.
Joab pasó por todas las tribus de Israel y llegó a Abel-Bet-Maaká. Todos los aliados se reunieron y lo siguieron.