Jusay contestó: «Por esta vez, al menos, no es bueno el consejo de Ajitofel.
Pues tú sabes que tu padre y sus hombres son gente decidida y están envalentonados como si a una osa en el campo le quitaran su crÃa. Tu padre sabe mucho de guerra y no se queda a descansar de noche con sus tropas.
Seguro que ahora está escondido en alguna caverna u otro lugar. Si al principio caen algunos de los nuestros, se dirá que han sido derrotadas las tropas de Absalón.
Jonatán y Ajimás estaban junto a la fuente de Roguel. Una sirvienta fue a avisarles para que ellos fueran a comunicarlo al rey, pues no podÃan dejarse ver entrando en la ciudad.
Pero los vio un joven, que fue con el cuento a Absalón. Los dos, sin embargo, caminando muy rápido, alcanzaron a llegar a casa de un hombre de Bajurim que tenÃa un pozo en el patio, y allà se metieron.
La mujer tomó una manta, tapó con ella el pozo y esparció encima grano partido para que no se notara.
Cuando vio Ajitofel que no habÃan seguido su consejo, ensilló a su burro y partió a su ciudad. Una vez en su casa, puso todo en regla y luego se ahorcó. Su cadáver fue sepultado junto a su padre.
David habÃa llegado a MajanaÃm cuando Absalón atravesaba el Jordán con todos los israelitas.
Absalón y los hombres de Israel pasaron al paÃs de Galaad e instalaron allà su campamento.
En cuanto llegó David a MajanaÃm, SobÃ, del pueblo de Rabbat-Amón, junto con Maquir, del pueblo de Lodebar y Barzilay, el galaadita de Roguelim,
trajeron colchones, mantas y vasijas, asà como trigo, cebada, harina, granos tostados, habas, lentejas,
miel, mantequilla y queso de oveja y de vaca, para que David y su gente pudieran alimentarse, pues pensaban: «Todos han sufrido hambre, sed y cansancio en el desierto.»