Ellos contestaron: «Aquel hombre nos interrogó con tanta insistencia sobre nosotros y nuestra familia: ¿Vive todavÃa el padre de ustedes? ¿Tienen algún otro hermano? Y nosotros contestamos a esas preguntas. ¿Cómo ibamos a imaginar que nos dirÃa: Tráiganme a su hermano?»
Entonces Judá dijo a su padre Israel: «Deja que el muchacho venga conmigo, para que podamos partir. Sólo asà podremos seguir viviendo nosotros y nuestros hijos, en vez de morir.
Tomen doble cantidad de plata y devuelvan el dinero que apareció en la boca de sus bolsas, tal vez se deba a una equivocación.
Y tomen a su hermano menor para volver donde aquel hombre.
Que el Dios de las Alturas les haga hallar misericordia ante ese hombre para que les devuelva a su otro hermano, y a BenjamÃn. En cuanto a mÃ, si pierdo a mis hijos, es que tenÃa que perderlos.»
«Perdón, mi señor, pero ya vinimos una vez a comprar grano,
y cuando en la posada abrimos nuestras bolsas, el dinero de cada uno estaba en la boca de las bolsas. Contamos bien la plata y ahora la traemos aquà para devolverla.