Entonces se les abrieron los ojos y ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, unas hojas de higuera, y se hicieron unos taparrabos.
Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te habÃa prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los dÃas de tu vida.
Espinas y cardos te dará, mientras le pides las hortalizas que comes.
Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás.»
El hombre dio a su mujer el nombre de «Eva», por ser la madre de todo viviente.