Y los filisteos preguntaron: ¿Cuál será la ofrenda por la culpa que hemos de devolverle? Y ellos dijeron: Cinco tumores de oro y cinco ratones de oro conforme al número de los prÃncipes de los filisteos, porque la misma plaga estuvo sobre todos vosotros y sobre vuestros prÃncipes.
Ahora pues, tomad y preparad un carro nuevo y dos vacas con crÃas sobre las cuales no se haya puesto yugo; uncid las vacas al carro y llevad sus becerros a casa, lejos de ellas.
Y observad: si sube por el camino de su territorio a Bet-semes, entonces El nos ha hecho este gran mal. Pero si no, entonces sabremos que no fue su mano la que nos hirió; nos sucedió por casualidad.
Entonces los hombres lo hicieron asÃ; tomaron dos vacas con crÃas, las uncieron al carro y encerraron sus becerros en casa.
Colocaron el arca del Señor en el carro, y la caja con los ratones de oro y las semejanzas de sus tumores.
Y las vacas tomaron el camino recto en dirección a Bet-semes; iban por el camino, mugiendo mientras iban, y no se desviaron ni a la derecha ni a la izquierda. Y los prÃncipes de los filisteos las siguieron hasta el lÃmite de Bet-semes.
El pueblo de Bet-semes estaba segando el trigo en el valle, y alzaron sus ojos y vieron el arca, y se alegraron al verla.
Los levitas bajaron el arca del Señor y la caja que estaba con ella, en la cual estaban los objetos de oro, y las colocaron sobre la gran piedra; y los hombres de Bet-semes ofrecieron holocaustos e hicieron sacrificios aquel dÃa al Señor.
Cuando los cinco prÃncipes de los filisteos vieron esto, regresaron a Ecrón el mismo dÃa.
Estos son los tumores de oro que los filisteos entregaron como ofrenda por la culpa al Señor: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat y uno por Ecrón;
El Señor hirió a los hombres de Bet-semes porque habÃan mirado dentro del arca del Señor. De todo el pueblo hirió a cincuenta mil setenta hombres, y el pueblo lloró porque el Señor habÃa herido al pueblo con gran mortandad.