Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados;
y por esa causa está obligado a ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por sà mismo como por el pueblo.
Y nadie toma este honor para sà mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, asà como lo fue Aarón.
De la misma manera, Cristo no se glorificó a sà mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo: Hijo mio eres tu, Yo te he engendrado hoy;
Cristo, en los dÃas de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podÃa librarle de la muerte, fue oÃdo a causa de su temor reverente;
y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció;
y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen,
siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.