Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino:
Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oÃdos, acumularán para sà maestros conforme a sus propios deseos;
y apartarán sus oÃdos de la verdad, y se volverán a mitos.
En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta.
Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció, a fin de que por mà se cumpliera cabalmente la proclamación del mensaje y que todos los gentiles oyeran. Y fui librado de la boca del león.