Por lo demás, hermanos mÃos, regocijaos en el Señor. A mà no me es molesto escribiros otra vez lo mismo, y para vosotros es motivo de seguridad.
Cuidaos de los perros, cuidaos de los malos obreros, cuidaos de la falsa circuncisión;
porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el EspÃritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne,
y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe,
y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte,
a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.
el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sà mismo.