Y aconteció que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, llegó a Efeso y encontró a algunos discÃpulos,
y les dijo: ¿Recibisteis el EspÃritu Santo cuando creÃsteis? Y ellos le respondieron: No, ni siquiera hemos oÃdo si hay un EspÃritu Santo.
Pero cuando algunos se endurecieron y se volvieron desobedientes hablando mal del Camino ante la multitud, Pablo se apartó de ellos llevándose a los discÃpulos, y discutÃa diariamente en la escuela de Tirano.
Esto continuó por dos años, de manera que todos los que vivÃan en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judÃos como griegos.
Y Dios hacÃa milagros extraordinarios por mano de Pablo,
de tal manera que incluso llevaban pañuelos o delantales de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban y los malos espÃritus se iban de ellos.
Y el hombre en quien estaba el espÃritu malo se lanzó sobre ellos, y los dominó y pudo más que ellos, de manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Y supieron esto todos los habitantes de Efeso, tanto judÃos como griegos; y el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era exaltado.
Y muchos de los que practicaban la magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos; calcularon su precio y hallaron que llegaba a cincuenta mil piezas de plata.
Asà crecÃa poderosamente y prevalecÃa la palabra del Señor.
Y veis y oÃs que no sólo en Efeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos .
Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!
Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia.
Cuando Pablo quiso ir a la asamblea, los discÃpulos no se lo permitieron.
Y algunos de la multitud dedujeron que se trataba de Alejandro, puesto que los judÃos lo habÃan empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, querÃa hacer su defensa ante la asamblea.
Mas cuando se dieron cuenta de que era judÃo, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
Pero si demandáis algo más que esto, se decidirá en asamblea legÃtima.
Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de sedición en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto.