y allà estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta.
Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de beber.
Pues sus discÃpulos habÃan ido a la ciudad a comprar alimentos.
Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judÃo, me pides de beber a mÃ, que soy samaritana? (Porque los judÃos no tienen tratos con los samaritanos.)
Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espÃritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren.
Dios es espÃritu, y los que le adoran deben adorarle en espÃritu y en verdad.
Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: El me dijo todo lo que yo he hecho.
De modo que cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allà dos dÃas.
Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde habÃa convertido el agua en vino. Y habÃa allà cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm.