Y ahora, glorifÃcame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenÃa contigo antes que el mundo existiera.
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti;
porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salà de ti, y creyeron que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos;
y todo lo mÃo es tuyo, y lo tuyo, mÃo; y he sido glorificado en ellos.
Ya no estoy en el mundo, pero ellos sà están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, asà como nosotros.
La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, asà como nosotros somos uno:
yo en ellos, y tú en mÃ, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mÃ.