Y en cuanto a los que no os reciban, al salir de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes.
Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que estaba pasando, y estaba muy perplejo, porque algunos decÃan que Juan habÃa resucitado de entre los muertos,
otros, que ElÃas habÃa aparecido, y otros, que algún profeta de los antiguos habÃa resucitado.
Y cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habÃan hecho. Y El, tomándolos consigo, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida.
El dÃa comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos; porque aquà estamos en un lugar desierto.
Pero El les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos alimentos para toda esta gente.
(Porque habÃa como cinco mil hombres.) Y Jesús dijo a sus discÃpulos: Haced que se recuesten en grupos como de cincuenta cada uno.
Asà lo hicieron, haciendo recostar a todos.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y los iba dando a los discÃpulos para que los sirvieran a la gente.
Todos comieron y se saciaron; y se recogieron de lo que les sobró de los pedazos: doce cestas llenas .
diciendo: El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer dÃa.
Pedro y sus compañeros habÃan sido vencidos por el sueño, pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con El.