Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquÃ, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella.
Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores.
Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: "Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos endechas, y no llorasteis."
Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y vosotros decÃs: "Tiene un demonio."
Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decÃs: "Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores."
Pero la sabidurÃa es justificada por todos sus hijos.
Y he aquÃ, habÃa en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;