El aceptó, y buscaba una oportunidad para entregarle, sin hacer un escándalo.
Llegó el dÃa de la fiesta de los panes sin levadura en que debÃa sacrificarse el cordero de la Pascua.
Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparad la Pascua para nosotros, para que la comamos.
Ellos le dijeron: ¿Dónde deseas que la preparemos?
Y El les respondió: He aquÃ, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle a la casa donde entre.
Y Jesús les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores.
Pero no es asà con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve.
Porque os digo que es necesario que en mà se cumpla esto que está escrito: "Y con los transgresores fue contado"; pues ciertamente, lo que se refiere a mÃ, tiene su cumplimiento.
Y ellos dijeron: Señor, mira, aquà hay dos espadas. Y El les dijo: Es suficiente.
Mientras todavÃa estaba El hablando, he aquÃ, llegó una multitud, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos, y se acercó a Jesús para besarle.
Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Y cuando los que rodeaban a Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?
Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Respondiendo Jesús, dijo: ¡Deteneos! Basta de esto. Y tocando la oreja al siervo, lo sanó.
Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro. Y recordó Pedro la palabra del Señor, cómo le habÃa dicho: Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces.
Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Los hombres que tenÃan a Jesús bajo custodia, se burlaban de El y le golpeaban;
Cuando se hizo de dÃa, se reunió el concilio de los ancianos del pueblo, tanto los principales sacerdotes como los escribas, y llevaron a Jesús ante su concilio, diciendo: