Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre planto una viña y la cerco con un muro, cavo un estanque debajo del lagar y edifico una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña.
Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacÃas.
El no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados.
Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les habÃa contestado bien, le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?
Jesús respondió: El más importante es: "Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es;
y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza."
Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que El es uno, y no hay otro ademas de El;
y que amarle con todo el corazon y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al projimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y los sacrificios.
Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.
Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante.
Y llamando a sus discÃpulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro;
porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseÃa, todo lo que tenÃa para vivir.