Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mÃ, mejor le serÃa que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.
¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquà en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allà estoy yo en medio de ellos.
Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mà que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?
Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debÃa diez mil talentos.
Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda.
Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debÃa cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: "Paga lo que debes."