"Porque asà dice el Señor Dios: '¡Ay de la ciudad sanguinaria, de la olla que tiene herrumbre, cuya herrumbre no se le va! Trozo por trozo sácala, sin echar suertes sobre ella.
'Porque su sangre está en medio de ella, la puso sobre la roca desnuda; no la derramó sobre la tierra para que el polvo la cubriera.
'Para hacer subir el furor, para tomar venganza, he puesto yo su sangre sobre la roca desnuda, para que no sea cubierta.'
'Luego pon la olla vacÃa sobre las brasas, para que se caliente, se ponga al rojo su bronce, se funda en ella su inmundicia, y sea consumida su herrumbre.
'De trabajos me ha fatigado, y no se le ha ido su mucha herrumbre. ¡Consúmase en el fuego su herrumbre!
'En tu inmundicia hay lujuria. Por cuanto yo quise limpiarte pero no te dejaste limpiar, no volverás a ser purificada de tu inmundicia, hasta que yo haya saciado mi furor sobre ti.
"Y tú, hijo de hombre, ¿no será que el dÃa en que les quite su fortaleza, el gozo de su gloria, el encanto de sus ojos, el anhelo de su alma, y a sus hijos y a sus hijas,
en ese dÃa el que escape vendrá a ti con noticias para tus oÃdos?
"En ese dÃa se abrirá tu boca para el que escapó, y hablarás y dejarás de estar mudo. Y servirás para ellos de señal, y sabrán que yo soy el Señor."