Izad bandera hacia Sion; buscad refugio, no os detengáis; porque traigo del norte la calamidad, una gran destrucción.
Ha salido el león de la espesura, y el destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar para convertir tu tierra en desolación. Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes.
Por eso, vestÃos de cilicio, lamentaos y gemid; porque no se ha apartado de nosotros la ardiente ira del Señor.
Y sucederá en aquel dÃa--declara el Señor-- que fallará el corazón del rey y el corazón de los prÃncipes; se quedarán atónitos los sacerdotes y los profetas se pasmarán.
Al ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad; entran en las espesuras y trepan por los peñascos. Toda ciudad está abandonada, y no queda en ellas morador alguno.
Porque oà un grito como de mujer de parto, angustia como de primeriza; era el grito de la hija de Sion que se ahogaba, y extendÃa sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mÃ, porque desfallezco ante los asesinos!