Y oyeron SefatÃas, hijo de Matán, GedalÃas, hijo de Pasur, Jucal, hijo de SelemÃas, y Pasur, hijo de MalquÃas, las palabras que JeremÃas hablaba a todo el pueblo, diciendo:
Asà dice el Señor: "El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia, pero el que se pase a los caldeos, vivirá y tendrá su vida por botÃn y seguirá viviendo."
Tomando ellos a JeremÃas, lo echaron en la cisterna de MalaquÃas, hijo del rey, que habÃa en el patio de la guardia, y bajaron a JeremÃas con cuerdas. En la cisterna no habÃa agua, sino lodo, y JeremÃas se hundió en el lodo.
Al oÃr Ebed-melec el etÃope, eunuco del palacio del rey, que habÃan echado a JeremÃas en la cisterna, estando el rey sentado a la puerta de BenjamÃn,
salió Ebed-melec del palacio real y habló al rey, diciendo:
Oh rey, mi señor, estos hombres han obrado mal en todo lo que han hecho al profeta JeremÃas echándolo en la cisterna; morirá donde está a causa del hambre, porque no hay más pan en la ciudad.
Entonces el rey ordenó al etÃope Ebed-melec, diciendo: Toma bajo tu mando tres hombres de aquÃ, y saca al profeta JeremÃas de la cisterna antes que muera.
Ebed-melec tomó a los hombres bajo su mando, entró en el palacio del rey al lugar debajo del cuarto del tesoro y tomó de allà ropas raÃdas y trapos viejos, y con sogas los bajó a JeremÃas en la cisterna.
Y el etÃope Ebed-melec dijo a JeremÃas: Ponte ahora estas ropas raÃdas y trapos bajo tus brazos, debajo de las sogas; y asà lo hizo JeremÃas.
Tiraron de JeremÃas con las sogas y lo subieron de la cisterna. Y quedó JeremÃas en el patio de la guardia.
Entonces el rey SedequÃas mandó traer ante sà al profeta JeremÃas a la entrada tercera que habÃa en la casa del Señor; y dijo el rey a JeremÃas: Voy a preguntarte una cosa; no me ocultes nada.
Y JeremÃas dijo a SedequÃas: Si te la hago saber, ¿no es cierto que me matarás? Y si te doy un consejo, no me escucharás.
Pero si no te pasas a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos; ellos la incendiarán y tú no escaparás de su mano."
Entonces dijo el rey SedequÃas a JeremÃas: Tengo temor de los judÃos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me maltraten.
Pero JeremÃas dijo: No te entregarán. Te ruego que escuches la voz del Señor en lo que te digo, y te irá bien y vivirás.
Mas si sigues rehusando pasarte, esta es la palabra que el Señor me ha mostrado:
"He aquÃ, todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá, serán llevadas a los oficiales del rey de Babilonia, y ellas dirán: 'Te han engañado y han prevalecido contra ti; tus buenos amigos, mientras tus pies estaban hundidos en el lodo, se volvieron atrás.'
"Y todas tus mujeres y tus hijos serán llevados a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado por la mano del rey de Babilonia, y esta ciudad será incendiada."
Entonces SedequÃas dijo a JeremÃas: Que nadie sepa de estas palabras, y no morirás.
Pero si los oficiales se enteran de que he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: "Dinos ahora lo que dijiste al rey y lo que el rey te dijo, no nos lo ocultes, y no te mataremos",
tú les dirás: "Presentaba al rey mi súplica de que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, a morir allÃ."