Así me dijo el Señor: Ve y cómprate un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo metas en agua.
Compré, pues, el cinturón conforme a la palabra del Señor, y me lo puse en la cintura.
Entonces vino a mí la palabra del Señor por segunda vez, diciendo:
Toma el cinturón que has comprado, que llevas a la cintura, y levántate, vete al Eufrates y escóndelo allá en una hendidura de la peña.
Fui, pues, y lo escondí junto al Eufrates como el Señor me había mandado.
Y sucedió que después de muchos días el Señor me dijo: Levántate, vete al Eufrates y toma de allí el cinturón que te mandé que escondieras allá.
Fui, pues, al Eufrates y cavé, tomé el cinturón del lugar donde lo había escondido, y he aquí, el cinturón estaba podrido; no servía para nada.
Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
Así dice el Señor: "De la misma manera haré que se pudra la soberbia de Judá y la gran soberbia de Jerusalén.
"Este pueblo malvado, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la terquedad de su corazón y se ha ido tras otros dioses a servirles y a postrarse ante ellos, ha de ser como este cinturón que no sirve para nada.
"Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá"--declara el Señor-- "a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon."
También les dirás esta palabra: "Así dice el Señor, Dios de Israel: 'Todo cántaro se llenará de vino.'" Y cuando ellos te digan: "¿Acaso no sabemos bien que todo cántaro ha de llenarse de vino?",
entonces les dirás: "Así dice el Señor: 'He aquí, voy a llenar de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra: a los reyes sucesores de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén;
y los estrellaré unos contra otros, los padres con los hijos por igual'--declara el Señor. 'No tendré piedad, ni lástima, ni compasión, para dejar de destruirlos.'"
Escuchad y prestad atención, no seáis altaneros, porque el Señor ha hablado.
Dad gloria al Señor vuestro Dios antes que haga venir las tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen sobre los montes oscuros, y estéis esperando la luz, y El la transforme en profundas tinieblas, la torne en lobreguez.
Pero si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por tal orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del Señor.
Di al rey y a la reina madre: Humillaos, sentaos en el suelo , porque ha caído de vuestras cabezas vuestra hermosa corona.
Las ciudades del Neguev han sido cerradas, y no hay quien las abra: todo Judá ha sido llevado al destierro, llevado al cautiverio en su totalidad.
Alzad vuestros ojos, y ved a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue confiado, tus hermosas ovejas?
¿Qué dirás cuando El ponga sobre ti (a los que tú mismo habías enseñado) a antiguos compañeros para ser cabeza tuya? ¿No te vendrán dolores como de mujer de parto?
Y si dices en tu corazón: "¿Por qué me han sucedido estas cosas?" Por la magnitud de tu iniquidad te han quitado las faldas y descubierto tus calcañares.
¿Puede el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? Así vosotros, ¿podréis hacer el bien estando acostumbrados a hacer el mal?
Por tanto, os esparciré como paja arrastrada por el viento del desierto.
Esta es tu suerte, la porción que ya he medido para ti --declara el Señor-- porque me has olvidado, y has confiado en la mentira.
Por lo cual yo también te levantaré las faldas sobre tu rostro, para que se vea tu vergüenza.
En tus adulterios y en tus relinchos, en la bajeza de tu prostitución sobre las colinas del campo, he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás sin purificarte?