Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; pues un leño del bosque es cortado, lo trabajan las manos de un artÃfice con la azuela;
con plata y oro lo adornan, con clavos y martillos lo aseguran para que no se mueva.
Como los espantapájaros de un pepinar, sus Ãdolos no hablan; tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, porque no pueden hacer ningún mal, ni tampoco hacer bien alguno.
No hay nadie como tú, oh Señor; grande eres tú, y grande es tu nombre en poderÃo.
Mas ellos a una son torpes y necios en su enseñanza de vanidades, pues su Ãdolo es un leño.
Plata laminada es traÃda de Tarsis y oro de Ufaz, obra de un artÃfice y de manos de un orfebre; su vestido es de violeta y púrpura; todo ello obra de peritos.
Pero el Señor es el Dios verdadero; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante su indignación.
El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabidurÃa, y con su inteligencia extendió los cielos.
Cuando El emite su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; todo orfebre se avergüenza de su Ãdolo; porque engañosas son sus imágenes fundidas, y no hay aliento en ellas.
Vanidad son, obra ridÃcula, en el tiempo de su castigo perecerán.
¡Ay de mÃ, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Mas yo me dije: De cierto esta es una enfermedad, y debo soportarla.
Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas rotas; mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda ni coloque mis cortinas.
Porque los pastores se han entorpecido y no han buscado al Señor; por tanto, no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado.
¡Se oye un rumor! He aquÃ, viene una gran conmoción desde la tierra del norte, para convertir las ciudades de Judá en desolación, en guarida de chacales.
Derrama furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los linajes que no invocan tu nombre; porque han devorado a Jacob, lo han devorado y lo han consumido, y han asolado su morada.