Un hombre de la casa de Levà fue y tomó por mujer a una hija de LevÃ.
Y la mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso, lo escondió por tres meses.
Pero no pudiendo ocultarlo por más tiempo, tomó una cestilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea. Entonces puso al niño en ella, y la colocó entre los juncos a la orilla del Nilo.
Y la hija de Faraón bajó a bañarse al Nilo, y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del rÃo, vio la cestilla entre los juncos y mandó a una criada suya para que la trajera.
Al abrirla, vio al niño, y he aquÃ, el niño lloraba. Y le tuvo compasión, y dijo: Este es uno de los niños de los hebreos.
Entonces la hermana del niño dijo a la hija de Faraón: ¿Quieres que vaya y te llame una nodriza de las hebreas para que te crÃe al niño?
Y la hija de Faraón le respondió: SÃ, ve. Y la muchacha fue y llamó a la madre del niño.
Y aconteció que pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto. Y los hijos de Israel gemÃan a causa de la servidumbre, y clamaron; y su clamor, a causa de su servidumbre, subió a Dios.
Oyó Dios su gemido, y se acordó Dios de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
Y miró Dios a los hijos de Israel, y Dios los tuvo en cuenta.