Oh Dios, con nuestros oÃdos hemos oÃdo, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus dÃas, en los tiempos antiguos.
Tú con tu mano echaste fuera las naciones, y a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, y a ellos los hiciste crecer.
Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra, ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia, porque te complaciste en ellos.
Tú eres mi Rey, oh Dios; manda victorias a Jacob.
Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; en tu nombre hollaremos a los que contra nosotros se levanten.