ArdÃa mi corazón dentro de mÃ; mientras meditaba, se encendió el fuego; entonces dije con mi lengua:
Señor, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis dÃas, para que yo sepa cuán efÃmero soy.
He aquÃ, tú has hecho mis dÃas muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo. (Selah)
Escucha mi oración, oh Señor, y presta oÃdo a mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy junto a ti, peregrino, como todos mis padres.
Aparta de mà tu mirada, para poder alegrarme, antes de que me vaya de aquà , y ya no exista.