Cuando se cumplieron estos dÃas, el rey ofreció un banquete de siete dÃas para todo el pueblo que se encontraba en la fortaleza de Susa, desde el mayor hasta el menor, en el atrio del jardÃn del palacio del rey.
HabÃa colgaduras de lino blanco y violeta, sostenidas por cordones de lino fino y púrpura en anillos de plata y columnas de mármol, y lechos de oro y plata sobre un pavimento mosaico de pórfido, de mármol, de alabastro y de piedras preciosas.
Las bebidas se servÃan en vasijas de oro de diferentes formas, y el vino real abundaba conforme a la liberalidad del rey.
Y se bebÃa conforme a la ley, no habÃa obligación, porque el rey asà habÃa dado órdenes a todos los oficiales de su casa para que hicieran conforme a los deseos de cada persona.
Y cuando el decreto que haga el rey sea oÃdo por todo su reino, inmenso como es, entonces todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el mayor hasta el menor.
Esta palabra pareció bien al rey y a los prÃncipes, y el rey hizo conforme a lo dicho por Memucán.
Y envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia conforme a su escritura y a cada pueblo conforme a su lengua, para que todo hombre fuera señor en su casa y que en ella se hablara la lengua de su pueblo.