Y en el año dieciocho de su reinado, cuando habÃa purificado la tierra y la casa, envió a Safán, hijo de AzalÃa, y a MaasÃas, un oficial de la ciudad, y a Joa, hijo de Joacaz, escriba, para que repararan la casa del Señor su Dios.
Y lo entregaron en manos de los obreros que estaban encargados de la casa del Señor; y los obreros que trabajaban en la casa del Señor lo usaron para restaurar y reparar la casa.
Ellos a su vez lo dieron a los carpinteros y a los constructores para comprar piedra de canterÃa y maderas para trabazones, y hacer vigas para los edificios que los reyes de Judá habÃan dejado que se arruinaran.
Y los hombres hicieron el trabajo fielmente con estos capataces sobre ellos para dirigirlos: Jahat y AbdÃas, levitas de los hijos de Merari, y ZacarÃas y Mesulam, de los hijos de Coat, y de los levitas, todos los que eran hábiles con instrumentos musicales.
Y sucedió que cuando el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos.
Entonces el rey ordenó a HilcÃas, a Ahicam, hijo de Safán, a Abdón, hijo de MicaÃa, al escriba Safán y a AsaÃas, siervo del rey, diciendo:
Id, consultad al Señor por mà y por los que quedan en Israel y en Judá, acerca de las palabras del libro que se ha encontrado; porque grande es el furor del Señor que se derrama sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no han guardado la palabra del Señor, haciendo conforme a todo lo que está escrito en este libro.
Y ella les dijo: Asà dice el Señor, Dios de Israel: "Decid al hombre que os ha enviado a mÃ:
asà dice el Señor: 'He aquÃ, voy a traer mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas las maldiciones escritas en el libro que ellos han leÃdo en presencia del rey de Judá.
'Por cuanto me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses para provocarme a ira con todas las obras de sus manos, por tanto mi furor se derramará sobre este lugar, y no se apagará.'"
porque se enterneció tu corazón y te humillaste delante de Dios cuando oÃste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes, y te humillaste delante de mÃ, y rasgaste tus vestidos y lloraste delante de mÃ, ciertamente te he oÃdo--declara el Señor.