Fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron árboles.
Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, el hierro del hacha se le cayó al agua; y gritó, y dijo: ¡Ah, señor mÃo, era prestado!
Entonces el hombre de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y cuando le mostró el lugar, cortó un palo y lo echó allÃ, e hizo flotar el hierro.
Y uno de sus siervos dijo: No, rey señor mÃo, sino que Eliseo, el profeta que está en Israel, le dice al rey de Israel las palabras que tú hablas en el interior de tu alcoba.
Eliseo entonces oró, y dijo: Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró, y he aquà que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.